Es increíble cómo los avances médicos han cambiado la vida de las personas con VIH, permitiéndoles llevar una vida plena y saludable. Pero aún hoy, cuando el VIH es controlable con tratamientos, algo sigue preocupándome profundamente: la realidad de los niños que viven con el virus y que no encuentran un hogar porque casi nadie quiere adoptarlos.
Sí, lo leíste bien. Aunque puede sonar duro, la verdad es que los niños con VIH están entre los menos adoptados. Y esto no se debe a su estado de salud, sino al estigma y la desinformación que aún existen sobre el VIH. A veces me pregunto: ¿cómo es posible que, en pleno 2024, sigamos dejando que viejos miedos definan el futuro de estos pequeños?
Lo que más me duele es que, en realidad, estos niños podrían llevar una vida perfectamente normal con el tratamiento adecuado. Pero las personas aún tienen una idea muy desfasada de lo que significa vivir con VIH. Muchos potenciales padres adoptivos temen complicaciones o creen que tener un niño con VIH en casa pondrá en riesgo a su familia. Y aquí es donde entra la falta de educación.
Con los tratamientos antirretrovirales modernos, los niños que viven con VIH pueden tener una expectativa de vida igual que cualquier otro niño. El virus no es transmisible con el tratamiento adecuado, y cuidar de un niño con VIH no es diferente a cuidar de cualquier otro niño con una condición de salud manejable.
La dura realidad de las adopciones
La verdad es que, según varios informes, los niños con VIH tienen muchas menos probabilidades de ser adoptados que otros niños con necesidades especiales. ¿Por qué? Porque el VIH todavía asusta. Hay una falta general de comprensión sobre lo que implica vivir con el virus hoy en día, y eso se refleja en los bajos índices de adopción para estos niños.
Hace poco leí un artículo que me dejó con un nudo en la garganta. Describía cómo, a pesar de todos los esfuerzos por encontrarles un hogar, los niños con VIH a menudo quedan relegados al final de la lista de adopciones. Me pregunto cuántas oportunidades de tener una vida familiar están perdiendo simplemente por el miedo infundado que aún rodea el VIH.
