El impacto del estigma en el acceso a tratamientos de VIH en comunidades latinas

En mis nueve años trabajando en Latinos Salud, he tenido la oportunidad de escuchar muchas historias que reflejan cómo el estigma sigue siendo una barrera significativa para acceder a los tratamientos de VIH. Especialmente en las comunidades latinas, el miedo al rechazo y la discriminación pesa mucho, y en muchos casos, lleva a las personas a tomar decisiones que afectan su salud y la de quienes los rodean.

Una historia que nunca olvidaré fue la de un joven que acudió con su pareja a hacerse una prueba rápida de VIH. Llevaban seis meses juntos, y ambos decidieron hacerse la prueba como parte de su compromiso. Durante el proceso, su resultado salió positivo. Algo en su expresión y en su actitud me hacía pensar que esta no era una noticia nueva para él. Después de una sesión de consejería y una conversación más profunda, el joven me confesó que sabía que era positivo desde hacía dos años, pero había tenido miedo de decírselo a su pareja. No quería perderlo ni enfrentar el estigma asociado a su diagnóstico.

Él decidió compartir la noticia con su pareja en ese momento, haciéndole creer que acababa de enterarse del resultado. Fue un momento difícil para ambos, pero lo más importante es que su pareja, quien resultó negativa en la prueba, decidió quedarse a su lado. Afortunadamente, aunque había estado expuesto durante varios meses, su pareja no contrajo el virus, y ambos pudieron comenzar el camino hacia el manejo de la situación juntos. Este caso mostró cómo el estigma y el miedo pueden impedir que las personas sean sinceras sobre su salud, poniendo en riesgo su bienestar y el de quienes aman.

Otro caso que ilustra la realidad del estigma fue el de un joven indocumentado que también resultó positivo en una prueba rápida. Tras recibir el resultado y sentirse apoyado, me contó que ya sabía de su estatus positivo desde hacía varios años, pero no había buscado ayuda por miedo a que su estatus migratorio lo pusiera en una situación vulnerable. Tenía el temor de que su diagnóstico pudiera afectar su posibilidad de regularizar su situación en el país, o incluso que fuera motivo de deportación. A través de consejería, pude explicarle que en Estados Unidos, el acceso a tratamiento y medicamentos no depende del estatus migratorio, y que ser positivo para el VIH no afecta en lo absoluto los trámites migratorios. Su alivio fue inmediato, y con eso, comenzó a recibir el tratamiento que tanto había temido buscar.

Ambas historias comparten un elemento común: el miedo que genera el estigma. El VIH es una condición médica tratable hoy en día, pero para muchas personas, especialmente en nuestras comunidades, sigue siendo algo que se debe ocultar. Este miedo al rechazo, a ser juzgado o incluso a ser abandonado, impide que muchas personas busquen el tratamiento y el apoyo que necesitan.

El estigma, por tanto, no es solo una barrera médica, sino también emocional y social. A lo largo de los años, he visto cómo el miedo a ser rechazado por familiares, amigos o parejas lleva a muchas personas a aislarse y a evitar el tratamiento. Es una cadena que debemos romper como sociedad. Cada vez que una persona decide no buscar ayuda por miedo al qué dirán, se pone en riesgo, tanto física como emocionalmente.

En este punto, quiero aclarar que este blog es un proyecto personal y no tiene ninguna relación directa con Latinos Salud. Es un espacio en el que comparto mis pensamientos y experiencias, pero de manera completamente independiente a mi trabajo. Sin embargo, dado que llevo años trabajando en Latinos Salud, conozco profundamente los servicios que ofrecen y cómo apoyan tanto a la comunidad latina como a la comunidad gay. Por eso, menciono Latinos Salud en ocasiones, porque su labor tiene un impacto positivo en la vida de muchas personas. Pero es importante subrayar que mi blog y Latinos Salud son completamente independientes uno del otro.

En Latinos Salud, trabajamos para crear un espacio seguro y libre de juicio, donde las personas puedan acceder a las pruebas, el tratamiento y la consejería que necesitan sin importar su situación legal, identidad de género o cualquier otra circunstancia. Existen recursos, como el programa Ryan White, que proporcionan tratamiento y medicamentos para aquellas personas que no tienen seguro o están en situación migratoria irregular, sin que esto afecte sus trámites migratorios.

El acceso a tratamiento y cuidado médico debe ser un derecho para todos, sin importar las circunstancias. Pero para que eso ocurra, no solo necesitamos políticas inclusivas, también necesitamos cambiar nuestras actitudes como sociedad. El estigma no desaparecerá de un día para otro, pero paso a paso, podemos trabajar juntos para crear un mundo donde vivir con VIH no sea una carga, sino una condición tratable y manejable, sin prejuicios.

Si estás leyendo esto y te identificas con alguna de estas historias, quiero que sepas que no estás solo. Existen organizaciones y personas listas para apoyarte. Lo importante es que des ese primer paso y busques la ayuda que necesitas, porque mereces vivir plenamente y con dignidad, sin importar las circunstancias.

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